"Los precios son exorbitantes, hubo un juego entre Santos y Flamengo (en
el estadio Mané Garrincha de Brasilia) en el que la entrada más barata
costaba 180 reales", casi 80 dólares al cambio actual, criticó el
responsable en una conferencia por internet. "Eso es inadmisible",
siguió.
Varios juegos del Campeonato Brasileño, el más importante del país, se
celebran en los seis estadios terminados para la pasada Copa
Confederaciones de junio, aún cuando no hayan equipos de la primera
división en esas ciudades.
Aún faltan seis estadios por terminar, que deben ser entregados en diciembre para hacer pruebas de cara a la Copa del Mundo.
El Flamengo, por ejemplo, ha disputado cuatro fechas del torneo en el
Mané Garrincha de la capital brasileña, donde tiene una gigantesca
hinchada, a falta de grandes clubes.
Los nuevos estadios cumplen con los parámetros de la FIFA con sillas
numeradas y sin áreas populares como la llamada "geral" ("general" en su
traducción del portugués), popular en el mítico Maracaná de Rio, que
consistía en un foso sin sillas cerca del campo, donde se pagaba un real
para entrar o nada una vez comenzado el partido.
Algunos movimientos sociales aseguran que la eliminación de estas zonas y
la entrega de los estadios en concesión a privados hace que el deporte
sea un asunto elitista.
"Está bien que haya boletos más caros porque hay servicios en los
estadios que los organizadores cobran, pero estoy a favor del subsidio
cruzado, o sea, que las entradas más caras ayuden a subsidiar a las más
baratas para que el fútbol no pierda su esencia, su naturaleza, que es
la proximidad al pueblo", consideró Rebelo.
En el Maracaná de Rio, donde juegan los clubes cariocas, la entrada más
barata son 80 reales (unos 36,3 dólares). Antes de la reforma costaba
unos 30 reales, pues la 'geral' desapareció en la remodelación para los
Juegos Panamericanos-2007.
"Quien habla bien de la 'geral' nunca vio un juego ahí. Quien lo veía el
juego en la 'geral' sinceramente prefería ver el juego cómodo sentado
en una silla. Claro, siempre que pudiera pagar por un lugar en la silla,
que no es lo que viene pasando ahora", insistió el ministro.
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