En la década de los noventa, la escuela rural donde estudiaba el niño Kin Chai no tenía equipo ni cancha de fútbol, ni siquiera una modesta pelota para improvisar un partido, sin embargo, 20 años después, China aspira a conquistar el deporte más popular del mundo.
“Vivíamos en una pequeña localidad, poco desarrollada”, recuerda Kin Chai. “Tratábamos de organizar torneos, pero la escuela no contaba con recursos”, agrega Kin.
En cambio, los chinos invierten miles de millones de dólares para cumplir el sueño del presidente Xi Jinping: que China organice un campeonato mundial de fútbol y, un día, se consagre campeón.
Sin embargo, esta avalancha de fondos, no puede comprar lo más importante, el amor a la pelota, la pasión, un ingrediente primordial para elaborar un programa de formación de alto nivel.
Kin Chai, de 27 años, es uno de los entrenadores que forma parte del equipo que sueña con inculcar la pasión por el fútbol a una nueva generación de jóvenes chinos.
Este profesor de educación física, trabaja en Cantón para la ONG “Sueños que se cumplen”, que forma parte de una red a nivel nacional de clases de fútbol.
“Nosotros les proponemos a los alumnos un entrenamiento durante su tiempo libre”, precisó su presidente Zhou Weihao.
El principal objetivo es hacer que los chicos hagan actividad física y que sean “útiles a la sociedad”, explicó.
Si en el camino muestran además que tienen talento, “entonces los entrenamos más intensamente”.
– ‘Formar estrellas’ –
El promotor inmobiliario chino Evergrande, principal inversor del mejor club de Cantón, está construyendo en las afueras de la ciudad una academia para 2.000 jóvenes, con la cooperación del Real Madrid. Allí los niños se entrenan cada día con el sueño de lograr llegar a ser profesionales del balón.
El inmenso campus, de 76 terrenos, constituye un récord mundial. En su portal de internet, la escuela deportiva desvela que su sueño es lograr que el fútbol chino despegue y llegue a “producir estrellas”.
Pero Mark Dreyer, un especialista en Deportes que vive en Pekín, advirtió que esto puede no ser suficiente.
“Los métodos utilizados con éxito por China para dominar otros deportes puede que no sean aplicables”, estimó.
La fábrica de campeones de Evergrande simboliza los gastos astronómicos que emprenden empresas locales deseosas de congraciarse con el presidente Xi.
Muchos empresarios admiten abiertamente que invierten en el fútbol obedeciendo a cálculos políticos.
El grupo Wanda, propiedad del millonario chino Wang Jianlin, posee una participación de 20% en el Atlético de Madrid (Finalista de Champions) y es desde hace poco uno de los principales patrocinadores de la FIFA.
En un libro publicado recientemente, Wang señaló : “los dirigentes se toman el fútbol muy en serio (…) así que yo le doy mi apoyo al balón chino”.
El deporte ciertamente lo necesita, con una selección ubicada en la 81º posición de la clasificación de la FIFA. La última aparición en un Mundial fue en 2002 y solo lograron pasar a la siguiente fase de las clasificaciones para 2018 in extremis.
A principios de marzo, el gobierno publicó un ambicioso plan para que China esté en lo alto del tablero para el año 2050. En cuatro años deben ser creadas 20.000 academias de entrenamientos y unos 30 millones de niños de escuelas primarias y secundarias deben comenzar a practicar el deporte del balón.
El objetivo es formar una masa de 50 millones de aficionados hacia 2020.
Desde entonces, entrenadores de Europa y América Latina están desembarcando en China.
– Falta de base –
Pero, para los expertos falta una base para desarrollar el fútbol en China. Según el diario oficial China Daily, en el país hay solo unos cientos de miles de jóvenes futbolistas.
Una de las causas es que la prueba de acceso a la universidad coloca a los estudiantes una presión importante durante toda la infancia.
El sistema educativo “deja poco espacio para el deporte”, destaca Mary Gallagher, de la Universidad de Michigan.
En este panorama, el método intensivo de Evergrande genera dudas.
Zhou Weihao, presidente de la ONG “Sueños que se cumplen” tiene otro enfoque.
“Hay que dejar que los niños se interesen también en otras cosas. Sino después de seis o siete años de entrenamiento, ya no van a querer mejorar, porque entrenan demasiado”, destacó.
Una madre cuyo pupilo participa en el programa alabó este método flexible, ya que afirmó que alimenta la pasión de su hijo, sin caer en excesos.
“No mira la tele, no lee comics. En lo único que piensa es en el fútbol”, contó la madre. “Su sueño, es mejorar su nivel de juego. Este también es nuestro sueño”, señaló y agregó sonriendo: “Es el sueño chino”.
http://www.lanacion.com.py/2016/05/10/china-a-la-conquista-del-futbol-con-inversiones-y-escuelas-de-estrellas/
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