Desde el 13 de mayo de 1902, desde aquella primera semifinal de la Copa Coronación, Barça y Real Madrid se han enfrentado en 221 clásicos a lo largo de 110 largos años.
El reparto de victorias (88 de los blancos por 87 de los culés) muestra la igualdad de un pulso que, dicen, es el más seguido en el mundo. Partidos sublimes, otros polémicos, goleadas históricas, remontadas inesperadas, arbitrajes de aúpa... Ha pasado de todo en estas voluminosas memorias.
Y uno de esos capítulos, el de máximo goleador, se podría reescribir muy pronto. Leo Messi, el mejor jugador de todos los tiempos, el propietario de los últimos tres 'Balón de Oro' está a sus 25 años a punto de atrapar a uno de los mitos del madridismo, al que es hoy su actual presidente de Honor, Alfredo Di Stéfano, los mismos que lleva el azulgrana en los 21 Clásicos registrados hasta ahora en su hoja de servicio.
Leo guarda en su casa guarda 20 balones de regalo por sus 16 'hat tricks', sus tres póquers y un repóquer. El propio Real Madrid, en el Camp Nou, sufrió en marzo de 2007 la voracidad del argentino en aquella tan agónica como memorable remontada azulgrana.
Fueron los tres primeros de una quincena que ha contado con tres dobletes más en Liga y Champions. Tantos esculpidos con todo tipo de textura. De cabeza, de vaselina, de disparo seco, de jugada desde el centro del campo... Messi le ha endosado al Real Madrid 10 goles en Liga, 5 en la Supercopa de España y un par más en Europa.
Don Alfredo, que fue jugador madridista de 1953 a 1964, repartió sus dianas de distinta forma: 14 en Liga, dos en la Copa de Europa y dos más en la Copa, el único torneo que le falta a Messi.
Tarde o temprano, el 'pibe' incrustará su nombre en lo más alto del podio. Su fotografíapoco a poco va sustituyendo a esas en blanco y negro pegadas en los libros de los récords. En esta última Supercopa de España, logró dejar atrás a César, a quien la temporada pasada ya arrebató el honor de ser el máximo goleador culé. Marcó en la ida en el Camp Nou empatando con el 'pelucas' y volvió a hacerlo en la vuelta para superarle. Pocas plusmarcas le quedan ya por conquistar.
Pero Leo no marca para satisfacer su ego. Leo busca el gol porque detesta perder. Su motivación es perpetua, renovable cada 90 minutos. Y en eso, el Madrid tiene las de perder. En el vestuario aún escuece la Liga pasada que se escapó en el Camp Nou y la Supercopa perdida este verano. Demasiado. A Messi la historia no le reconforta.
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