viernes, 14 de septiembre de 2012

Revelan corrupción policial en la mayor tragedia del fútbol inglés


Liverpool
Cada año se recuerdan a las víctimas de la tragedia que ocurrió el 15 de abril de 1989.

La Comisión Independiente que investigó el llamado Desastre de Hillsborough dio a conocer el miércoles su informe sobre uno de los episodios más traumáticos en la historia británica reciente, llamado a tener profundas consecuencias.
El primer ministro David Cameron dio carácter oficial, en una declaración ante el Parlamento, a algo que ya era vox populi: que los hinchas del Liverpool no fueron los responsables de la muerte de 96 personas por aplastamiento y asfixia durante un partido de copa en el estadio de Hillsborough (en Sheffield), entre el Liverpool FC y el Nottingham Forest, el 15 de abril de 1989.

Pero la culpa también se extiende a ciertos sectores del periodismo, en particular el diario sensacionalista The Sun, que dieron crédito a los infundios, y también a las autoridades municipales de Sheffield y los dirigentes del club Sheffield Wednesday, que descuidaron las medidas de seguridad.
El informe de la comisión, presidida por el obispo de Liverpool y que examinó más de 400.000 páginas de documentos, muchos de ellos secretos, no deja dudas sobre la responsabilidad de la policía de South Yorkshire, tanto en lo ocurrido como en el encubrimiento posterior y las falsas acusaciones a los hinchas del Liverpool.

Falsa realidad

Tampoco escapa de la crítica el juez de la instrucción original, que fijó arbitrariamente una hora límite, las 15:15hs del día del desastre, presumiendo que para entonces todas las víctimas habrían muerto, y por consiguiente rechazó toda evidencia de lo ocurrido después de esa hora.
Esa decisión fue errónea y significó que no hubo un informe fidedigno de cómo murieron algunas víctimas, ni de cómo fue el procedimiento de rescate posterior y de auxilio de los heridos y moribundos sobre el terreno de juego.
Los alcances del encubrimiento policial son particularmente vergonzosos.
 Fuentes policiales dieron al periodismo informaciones que descargaban la responsabilidad en vándalos de la hinchada del Liverpool, que habrían desbordado a los agentes que trataban de contenerlos y provocaron el apretón fatal contra los barrotes de contención en una de las tribunas del estadio.
La versión estuvo aderezada con vergonzosas descripciones de los vándalos despojando de dinero y joyas a las víctimas, así como orinando desde las tribunas sobre los esforzados policías que cumplían su deber.
Este cuadro tan groseramente incriminatorio provocó gran indignación en Liverpool, pero en el resto del país se le dio crédito (después de todo, la presencia de vándalos era habitual en aquella época), hasta que cuatro meses después del desastre apareció el informe oficial de un juez, Lord Taylor, rechazando esa versión y criticando a la policía.
El juez Taylor atribuyó la principal responsabilidad al desempeño incompetente de los policías encargados de controlar a la multitud, así como a serias deficiencias estructurales y de seguridad en el estadio; también destacó la responsabilidad de las autoridades municipales de Sheffield, que no prestaron la debida atención a la seguridad.
Pero la policía de South Yorkshire no sólo insistió en su versión de los hechos en diversas instancias posteriores, sino que también, como se supo después, alteró las declaraciones iniciales de algunos policías, para acentuar el ángulo de la responsabilidad de los hinchas.
El informe de la Comisión Independiente precisa ahora que nada menos que 164 declaraciones fueron alteradas "en forma significativa", mientras que 116 comentarios desfavorables a la policía fueron extirpados de los testimonios.
A pesar de todas las evidencias surgidas en relación con el encubrimiento y la incompetencia e imprevisión original, ninguna autoridad policial o municipal aceptó responsabilidad ni fue procesada o castigada por lo ocurrido.

Muere el fútbol, nace el fútbol





El primer ministro anunció ante el Parlamento que el Procurador General, Dominic Grieve, tomará en breve una decisión para solicitar a los tribunales la revisión de la instrucción y el veredicto originales.
También se disculpó ante los familiares de las víctimas, que sufrieron "una doble injusticia": el fracaso del Estado en protegerlos y la acusación de ser los responsables.
Este caso ha conmovido hasta los cimientos a la sociedad y el establishment británicos, tanto por el elevado número de víctimas, muchos de ellos jóvenes y niños, como por el cinismo del posterior encubrimiento, que afecta el prestigio de la policía, una institución que aquí no tiene una imagen tan mala como en muchos otros países.
También fue en su momento uno de los desencadenantes de la modernización de los estadios británicos, ya que resultó evidente que la vetustez de las instalaciones y del acceso a las tribunas contribuyó a elevar el número de víctimas.
Y ya se sabe que la modernización de los estadios fue paralela a la acción contra los vándalos, uno de los problemas sociales más graves de la época.
Es cierto que en 1989 la seguridad en el estadio del Sheffield Wednesday no llenaba los requisitos que ahora se consideran mínimos; también es cierto que los vándalos existían entonces y que su irresponsabilidad y violencia eran vergonzosas pero ya es oficial que esos factores no fueron determinantes.
La principal responsable del desastre, por incompetencia profesional primero, y por un vergonzoso encubrimiento después, fue la policía de South Yorkshire.
Es este el dictamen al que ha arribado, tras 23 años de dilaciones, el sistema social y político británico.
Queda por verse cual será el camino que ahora tomen el Procurador y los tribunales. Los familiares de las víctimas no se conformarán con que les hayan dado la razón: ahora querrán que se procese y condene a los verdaderos culpables.
Pero ese es un proceso aparte, que todavía no ha comenzado.

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